Las personas acumulan durante todo
el día en su cerebro una serie indefinida de imágenes, pensamientos,
vivencias y etcéteras. No estamos hablando de conocimientos sino de la
parte imaginativa de la mente. Esa imaginación trabaja coherentemente durante
todo el día, excepto cuando uno duerme. En ese momento el cerebro libera todas
las tensiones acumuladas durante el día en forma de sueños sin ningún tipo de
sentido; por eso, aunque nos olvidamos de la mayoría, desde el preciso momento
en que nos dormimos ya comenzamos a soñar con diferentes e irreales
situaciones. Cuando una persona no duerme lo suficiente durante un determinado período
de tiempo, esas tensiones no encuentran su natural vía de escape, y si esa
situación se torna constante, el cerebro del desdichado asimilará para sí mismo
esas tensiones y entrará en un estado de locura por tensión cerebral.
Gran teoría, estudiada desde hace muchísimo tiempo por nuestros hombres
y refutada desde siempre por una sociedad que todavía cree que los sueños
tienen algún significado coherente.
Los sueños son los escapes de la locura que todos llevamos dentro, nada
más. Si no dormimos, no soñamos, y si no soñamos nos volvemos locos.
Clarito es el ejemplo de Bernardo Neustadt, que duerme tres horas por
día; así está el pobre...
Según estudios realizados hace tiempo por alguien que no sé muy bien
quién fue, para que el físico tenga tiempo de reponerse completamente luego de
una jornada de actividad es necesario dormir unas ocho horas aproximadamente.
Según nuestras investigaciones, la mente humana sólo necesita de tres a cuatro
horas diarias de sueño para liberar sus tensiones. Si se acorta este tiempo
durante un par de meses, estaremos entrando en una etapa previa a la locura, en
la cual se cometerán todo tipo de desmanes y canalladas, pero sin llegar a la
locura todavía. A estos sujetos se los denomina atorrantes, palabra que
deriva del prefijo a (negación) y del verbo torrar (dormir
profundamente), con lo que se quiere significar que los atorrantes son aquellas
personas que no duermen lo suficiente como para darle tiempo a su cerebro a que
descargue sus tensiones, y por esa causa se comportan de esa manera.
Grupo
Prosaico Mancomunado, febrero de 1988
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