Leamos a Pío Baroja, "el precursor del fascismo español", tal como lo bautizó Giménez caballero, desde un ensayo que data de 1938:
Yo he estado un momento en Alemania, únicamente en pueblos próximos a Suiza. Suiza produce una impresión de orden, de confort y de arreglo, llegando de Francia. La Alemania actual la produce mayor.
Todo está hecho allí para el pueblo y, naturalmente, el pueblo está entusiasmado con un régimen de esa clase, que le va sacando del pantano en donde estaba hundido por la guerra mundial. La aristocracia de allí va desapareciendo, y la burguesía también: todo se hace en beneficio del que trabaja: del ingeniero, del mecánico, del labrador, del obrero, del pequeño empleado, de la criada de servir. Las grandes propiedades se acabaron, y los municipios han tomado de ellas para parques, para jardines escolares o para caminos lo que ha necesitado, sin indemnización alguna.
Los obreros gozan de vacaciones pagadas y viajan por todo el país; las criadas de servir tienen libre todo el domingo y no tienen que hacer la comida, ni nada, en los días de fiesta, disfrutan de la tarde del jueves, y todos los días, al acabar su trabajo, a las ocho u ocho y media de la noche, se retiran a su cuarto a leer o a coser. He oído hablar de disposiciones sorprendentes. Los solteros no pueden tener criados, los matrimonios tampoco, por ricos que sean, si no tienen hijos. Cierto que no hay allí mítines, ni manifestaciones, ni se canta la Internacional, ni hay banderas rojas; pero la vida está más colectivizada que en parte alguna. Aquello es la República de Platón, con la absorción del individuo por el Estado. Es Esparta idealizada. A un español, acostumbrado al desorden, le tiene que producir un poco de espanto un régimen así; pero hay que reconocer que es ultra-popular (Comunistas, judíos y demás ralea, VIII).
¿Era tan así, como la pinta Baroja, la realidad política y económica de la Alemania nazi anterior a la segunda guerra? Sería importante averiguarlo, porque entonces podríamos decir de Hitler que, antes de que se le deschavetara el moño completamente con sus persecusiones, asesinatos y ansias expansionistas, había sido un estadista que había entendido --he implementado-- el socialismo de un modo aceptable, mucho más aceptable que otros socialismos más explícitos que habían aparecido o que luego aparecieron. Pero recalco que Baroja no me merece gran confianza, de modo que intentaré recabar mayor información al respecto.
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