Dice Kant al
comienzo de un ensayo publicado en 1784 que llevó por título “Idea de una
historia universal desde el punto de vista cosmopolita”:
Cualquiera
sea el concepto que se tenga sobre la libertad de la voluntad desde un punto de
vista metafísico, las manifestaciones fenoménicas
de la misma, es decir, las acciones humanas, están determinadas por leyes
universales de la Naturaleza, tanto como cualquier otro acontecimiento natural
(artículo incluido en el libro Filosofía
de la historia).
Esto lo interpreto así:
cuando alguien toma una decisión guiado por la razón, es decir, según Kant, una
decisión libre, no la toma motivado por móviles provenientes del mundo de los
fenómenos, sino que la toma noumenalmente; pero así las cosas, esa decisión
implicará acciones dentro del universo fenomenológico, y esas acciones estarán determinadas
por leyes universales. La acción humana que depende de una decisión libre —del
libre albedrío— de la persona que la realiza, tiene así dos causas: una
noumenal y una fenoménica. La fenoménica la podemos investigar científicamente,
la noumenal no. Esta bicausalidad de las acciones libres no impediría en
principio considerar responsables de sus acciones a los hombres, puesto que
podría ser (aunque no lo sepamos con certeza) que hubieran utilizado su razón
para ejecutarlas y por ende sean acciones libres. Y a una de las preguntas
fundamentales de la ética, a saber, si los delincuentes actúan libremente o
motivados por causas antecedentes a ellos mismos, tendríamos que responderla de
esta curiosa manera: el delito cometido estuvo determinado por leyes naturales
inmutables, que el hombre no manejan ni dispone, pero tal vez, si el
delincuente actuó razonablemente[1],
tuvo libertad de acción e inició con ese acto libre una nueva cadena de
fenómenos que serán regidos sin excepción por las leyes naturales. Una decisión
libre sería un comienzo absoluto dentro de una cadena de fenómenos nada libres
que de ahí en más se producirán debido a ella. Esto es muy engorroso y está
como atado con alambre, sobre todo porque Kant no excluye al hecho primigenio
de la cadena de sucesos avalados por las leyes universales: dice que todas las acciones humanas (incluidas
las que se ejecutan utilizando el libre albedrío) están determinadas por estas
leyes. ¿Cómo interpretar un hecho que entra dentro de la jurisdicción de las
leyes naturales y que, a su vez, es libre por no depender de estas leyes? Todo
muy turbio.
[1] La razón, según Kant, puede dirigir nuestras acciones tanto hacia lo
bueno como hacia lo malo (ver la entrada del 17/10/7).
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