El hecho de que yo acepte algunas de las tesis postuladas por Frans de
Waal relacionadas con la semejanza entre las normas morales que acatan los
bonobos y las de los humanos no me convierte en un determinista biológico.
Nuestra conducta está determinada por nuestra biología, pero no está
determinada enteramente por ella.
Nuestra cultura influye en nuestras decisiones tanto como nuestra biología, y
sería tan incorrecto afirmar —como a veces parece hacerlo Richard Dawkins y
algún que otro sociobiólogo “duro”— que nuestros genes determinan nuestra
conducta de modo exclusivo como afirmar que nuestras acciones dependen pura y
exclusivamente de lo que aprendimos en nuestra vida y de nuestro ambiente.
Ambos reduccionismos, el genético y el cultural, tienen que contrapesarse para
comenzar a entender los rudimentos del comportamiento humano[1].
[1] Una mirada sociobiológica muy interesante y que no incurre en el error
de darle a esta ciencia la exclusividad del comportamiento humano, podemos
encontrarla en el artículo de Adolfo Cordero titulado "El triunfo de la
sociobiología", disponible en Internet.
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