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martes, 18 de febrero de 2020

La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio


Jesús, en el Evangelio de Lucas (6:41), recomienda no criticar a los demás, porque uno suele ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Arthur Schopenhauer entiende que aquella crítica puede ser productiva, quizá no tanto para el criticado como para el propio criticón:

Aquellos que tienen la inclinación y la costumbre de someter con calma, con recogimiento, a una crítica mordaz y atenta el comportamiento exterior, el modo de vida en general de los otros, trabajan con ello en su propia mejora y perfeccionamiento [...]. El Evangelio moraliza de forma ejemplar sobre la astilla en el ojo ajeno y la viga en el propio: pero la naturaleza del ojo lleva consigo el hecho de que el ojo mira hacia fuera y no hacia adentro; de ahí que observar y censurar los errores en los otros resulte un método muy apropiado para interiorizar nuestros propios errores. Para contribuir a nuestra enmienda precisamos un espejo (El arte de envejecer, § 15).

Muy acertada reflexión, a la que agrego el consejo de que la crítica sea directa y no a modo de chisme que se esparce con el viento. No siempre, por desajustes de tiempo o espacio, podemos criticar a una persona frente a frente, pero cuando la posibilidad existe no hay que desaprovecharla.

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