Cualquiera sea el concepto que se tenga sobre la libertad de la
voluntad desde un punto de vista metafísico, las manifestaciones fenoménicas de la misma, es decir, las
acciones humanas, están determinadas por leyes universales de la Naturaleza,
tanto como cualquier otro acontecimiento natural (Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita,
p. 27).
Esto lo interpreto así: cuando alguien toma una decisión guiado
por la razón, es decir, según Kant, una decisión libre, no la toma motivado por
móviles provenientes del mundo de los fenómenos, sino que la toma
noumenalmente; pero así las cosas, esa decisión implicará acciones dentro del
universo fenomenológico, y esas acciones estarán determinadas por leyes
universales. La acción humana que depende de una decisión libre —del libre
albedrío— de la persona que la realiza, tiene así dos causas: una noumenal y
una fenoménica. La fenoménica la podemos investigar científicamente, la noumenal
no. Esta bicausalidad de las acciones libres no impediría en principio
considerar responsables de sus acciones a los hombres, puesto que podría ser
(aunque no lo sepamos con certeza) que hubieran utilizado su razón para
ejecutarlas y por ende sean acciones libres. Y a una de las preguntas
fundamentales de la ética, a saber, si los delincuentes actúan libremente o
motivados por causas antecedentes a ellos mismos, tendríamos que responderla de
esta curiosa manera: el delito cometido estuvo determinado por leyes naturales
inmutables, que el hombre no manejan ni dispone, pero tal vez, si el
delincuente actuó razonablemente[1], tuvo libertad de acción e inició con ese acto libre una nueva
cadena de fenómenos que serán regidos sin excepción por las leyes naturales.
Una decisión libre sería un comienzo absoluto dentro de una cadena de fenómenos
nada libres que de ahí en más se producirán debido a ella. Esto es muy
engorroso y está como atado con alambre, sobre todo porque Kant no excluye al
hecho primigenio de la cadena de sucesos avalados por las leyes universales:
dice que todas las acciones humanas
(incluidas las que se ejecutan utilizando el libre albedrío) están determinadas
por estas leyes. ¿Cómo interpretar un hecho que entra dentro de la jurisdicción
de las leyes naturales y que, a su vez, es libre por no depender de estas
leyes? Todo muy turbio.
[1] La razón, según Kant, puede dirigir nuestras acciones tanto hacia lo
bueno como hacia lo malo (ver la entrada del 17/10/7).
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