Pocos días después de cumplir sus 80
años, anuncia Tolstoi la victoria en una de sus más encumbradas batallas:
Anoche y
esta mañana, por primera vez sentí,
precisamente sentí, que el centro de
gravedad de mi vida se ha desplazado de la vida carnal a la vida espiritual:
sentí mi total indiferencia por todo lo corporal y mi incesante interés por mi
crecimiento espiritual (Diarios,
(1895-1910), entrada del 14/9/1908).
Yo
le creo a Tolstoi. Le creo... que al momento de redactar esa entrada tenía
sitiados a sus apetitos carnales, pero no creo que haya podido dominarlos
completamente de ahí en adelante y hasta el final de su vida. Y por lo demás,
no creo que fuese deseable un tal dominio absoluto del espíritu por sobre la carne.
Recordemos el aforismo de Lichtenberg: "La plebe se arruina por la carne
que con demasiada apetencia va contra el espíritu, y el sabio por el espíritu
que con demasiada apetencia va contra la carne”.
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