He adquirido --y he pagado un dineral por él (41 dólares)-- el grueso
tomo de la Correspondencia de León
Tolstoi, seleccionada y traducida por la señora Selma Ancira, la misma que se
tomara el trabajo de traducir y seleccionar los pasajes de los diarios de
Tolstoi que vengo citando desde marzo de este año. Esta buena mujer concretó lo
que ella misma, desde el prólogo de este libro, califica de inexplicable: puso
al lector de habla hispana al corriente de los diarios íntimos y de las cartas
del conde Tolstoi, que hasta entonces no se habían traducido con este rigor y
esta caudalosidad. ¡Felicidades, Selma! Gracias a gente como ella, traductores
que se enorgullecen de su profesión en lugar de considerarse escritores
frustrados, la literatura pega saltos inconmensurables. Sin ella, mi
conocimiento de la psicología y del pensamiento de Tolstoi quedaría por siempre
a la altura de una germinación o un brote.
Y el libro comienza con un epígrafe de Tolstoi que le sienta muy bien a
Selma, y también a mí (al menos en la teoría): "Para vivir honradamente es necesario desgarrarse, confundirse, luchar,
equivocarse, empezar y abandonar, y de nuevo empezar y de nuevo abandonar, y
luchar eternamente y sufrir privaciones. La tranquilidad es una bajeza
moral" (carta a su abuela Alexandra, 18-20 de octubre de 1857).
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