Escribe Tolstoi:
He estado releyendo mi diario de
la época en la que buscaba la causa de las tentaciones. Todo es absurdo, la
única [causa] es la ausencia de trabajo físico intenso. No aprecio suficiente
la felicidad de estar libre de las tentaciones después del trabajo. Es una
libertad que uno compra a buen precio con el cansancio y el dolor muscular (Diarios, 24/6/1884).
Pues
te diré, hermano León: hace ya tres años que vengo trabajando en continuado, duro
y parejo, de sol a sol, cortando lonas, acarreando lonas, soldando lonas, y el
cansancio y la fatiga muscular que me producen tales tareas raramente impiden
que después de la faena diaria emerjan las mismas tentaciones de siempre. Tu
receta, a mí, no me funciona.
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