Las mujeres nunca descubren nada. Les
falta, desde luego, el talento creador
reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada
más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho.
Pilar
Primo de Rivera
Zoe. --Solo quiero preguntarle una cosa: ¿cómo hace
para escribir tan bien sobre las mujeres?
Melvin. -- Pienso en un hombre y le
quito la razón y la responsabilidad.
Jack Nicholson como Melvin Udall en Mejor...
imposible
La misoginia de Tolstoi era proverbial. He aquí un muestreo que lo certifica:
... Y de
pronto me quedó claro cómo y por qué las mujeres son fuertes. Por su frialdad y
por su capacidad de mentira, de astucia, de adulación de las que, debido a la
debilidad de su pensamiento, no son responsables (Diarios, 31/8/1884).
El reino de
las mujeres es una desgracia. Nadie es capaz como las mujeres [...] de hacer
tonterías y suciedades de una manera pulcra y hasta gentil y sentirse
plenamente satisfechas (3/3/1889).
Una buena vida conyugal solo es
posible si la mujer tiene la convicción consciente [...] de someterse siempre a
su marido (5/8/1895).
Desde hace setenta años mi
opinión sobre las mujeres no hace sino bajar, y es necesario que baje más y más
todavía. ¡La cuestión femenina! ¡Por supuesto que hay una cuestión femenina!
Solo que no es para que las mujeres se pongan a dirigir la vida, sino para que
dejen de arruinarla (20/11/1899).
Las mujeres tienen dos únicos
sentimientos: el amor por los hombres y el amor por los hijos; lo demás son
sentimientos que se derivan de estos, como el amor a la ropa fina pensando en
los hombres y el amor al dinero pensando en los hijos. Todo el resto es
cerebral, es imitación de los hombres, son medios para atraerlos, fingimiento,
moda (19/3/1901).
La compañía de las mujeres es
útil porque puedes ver que no debes ser como ellas (2/8/1909).
Una persona con una visión
cristiana del mundo no puede aceptar, se sobrentiende, que solo se le
adjudiquen derechos a los hombres o que no se respete o se ame a una mujer como
un ser humano cualquiera, pero afirmar que la mujer tiene las mismas fuerzas
espirituales que el hombre, afirmar sobre todo que la mujer puede guiarse por
la razón como el hombre, que puede confiar en la razón tanto como él, es exigir
de la mujer aquello que no puede dar. No hablo de las excepciones, estoy
hablando de la mujer media y del hombre medio. Inútil exasperarse con ella ante
la suposición de que no quiere hacer aquello de lo que es incapaz, para lo que
su razón no tiene el imperativo categórico (Correspondencia,
carta a Alexandr Dunáiev, junio de 1891).
En esta cuestión --en la misoginia--, Tolstoi ha
superado a todos, a Schopenhauer inclusive. Lo que hay que responder ahora es
si tienen o no visos de certeza todas estas declamaciones. Y sí, creo que
algunas lo tienen, pero Tolstoi exagera hasta el infinito algunos de los
defectos del sexo débil, al punto de que pareciera que lo culpara de casi todos
los males que en la tierra existen. ¿Y por qué habrá sido que les tomó a las
mujeres, en su conjunto, tanta ojeriza? Una mujer, la mujer a la que más odió y
a la que más amó, cree tener la respuesta:
Me quedé de piedra con lo que me
dijo ayer L. N. sobre la cuestión de la mujer. Proclamó, como siempre, que
estaba en contra de la emancipación femenina y de la llamada "igualdad de
derechos", pero fue más allá y afirmó que, al margen del trabajo al que la
mujer pueda dedicarse --la enseñanza, la medicina, el arte--, ellas solo
servían realmente para una cosa, y esa cosa era el sexo. [...] Esto me produjo
una enorme indignación, y le recriminé esa actitud de perpetuo cinismo ante la
mujer, que tanto me ha hecho sufrir. Le dije que la razón de que viera así a
las mujeres era que no había tratado con una sola mujer decente antes de los
treinta y cuatro años (Sofía Tolstoi,
Diarios (1862-1919), 18/2/1898).
O,
más plausiblemente, podría decirse que creció sin el calor de una madre amorosa
y esa falta de amor en sus primeros instantes de conciencia plena puede que
haya redundado en un resentimiento hacia todas las mujeres. He aquí otro de los
puntos flojos de Tolstoi, un prejuicio psicológico que obstruye su capacidad de
análisis crítico, prejuicio que, pese a que no pocos me tacharán también a mí
de misógino, yo no poseo, seguramente porque tuve la suerte de crecer hasta los
32 años bajo el cuidado y el amor de mi querida madre.
Hola Cornelio, ¿estás por ahí todavía? Me apresuro a comentar, antes que se cumplan 10 años de tu interesante post, que en mi modesta opinión, ni el hecho de haber crecido con carencia de amor femenino excusa la misoginia de Tolstoi, ni tampoco el haber contado con madre o hermanas afectuosas asegura no llegar a serlo.
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