Y si existe una máquina completamente innecesaria y
que ha creado, sin embargo, un sinfín de necesidades luego de haber sido
concebida, esa máquina es el teléfono celular. En épocas de Camba desde luego
no existía, pero existía el teléfono fijo y por tanto es este quien recibe las
diatribas:
Estamos en el
país del teléfono. El teléfono aquí no es un medio, sino un fin. No es que aquí
se hable por teléfono cuando es imposible hablar de otro modo; es que nunca se
habla mientras se puede telefonear. La cuestión está en hacer las cosas con
mucha mecánica. Un americano cree que una frase dicha por teléfono tiene más
importancia que si se dice directamente, y que un hombre que telefonea es
superior a un hombre que habla. De los chicos, yo me imagino que dan sus
primeros vagidos por teléfono, y que no rompen realmente a hablar, sino que
rompen a telefonear (Un año en el otro
mundo, p. 51-2).
¿Quién
no ha experimentado la sensación desagradable de estar hablando con una persona
equis cara a cara sin que equis le preste la más mínima atención por estar
concentrada en lo que dice su teléfono móvil? Y es que, como decía Camba, para
los maquinófilos es más importante una persona cuando está detrás de un
artefacto que cuando se presenta sin artefacto ninguno, de suerte que si fuese
a la inversa, si fuese yo quien le estuviese mandando un mensaje de texto y
quien le manda el mensaje de texto fuese quien le habla cara a cara, la persona
equis leería más bien mi mensaje en vez escuchar lo que cara a cara le dicen.
En el primer caso era la otra persona la importante y yo el desechable y en el
segundo caso al revés, pero en realidad no sucede nada de esto: el único
importante es el teléfono celular, y quien envía un mensaje a través de él es
solo un medio conducente a la finalidad última, que es mirar el celular. No se
mira el celular para entablar una conversación, se entabla una conversación,
que por regla general no tiene mayor importancia, para poder utilizar el
celular y regodearse con sus tecnológicas virtudes. El mundo al revés, y Julio
Camba, con esto de la adicción a la telefonía, profeta entre los profetas.
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