A los diecinueve años, Fernando Pessoa
se propuso una meta utópica: “determino que de ahora en adelante
leeré por lo menos dos libros cada día —uno de poesía, o literatura, otros de
ciencia o filosofía—” (entrada de su diario íntimo del
25/5/1908, citado en Escritos
autobiográficos, automáticos y de reflexión personal, p. 27). Utópica,
porque ¿qué sucedería si el libro a leer en el día fuese La guerra y la paz? ¿Cómo podría leerse en una sola jornada El mundo como voluntad y representación,
o El origen de las especies? No es
aconsejable leer con un cronómetro en la mano. La lectura profunda pide tiempo,
y es mejor leer en un mes un solo libro, pero bueno, que no sesenta que no nos
aporten gran cosa.
De más está decir que Pessoa no
cumplió ni por asomo ese juvenil propósito. De cumplirlo, habría terminado
siendo un lector a lo Hitler.
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