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jueves, 27 de septiembre de 2018

El anticomunismo de Pessoa


En sus “Consejos a las mal casadas” (AP 3858), Bernardo Soares, con un espíritu curiosamente didáctico, explica a las mujeres cómo traicionar a sus maridos con la mente, una práctica que consistiría en imaginarse gozando con un hombre A cuando se está copulando con un hombre B. Yo solía utilizar este truco con Javier: él era mi hombre B, el A variaba de acuerdo a las circunstancias. Muchas veces el A no era un hombre sino una mujer, Florencia por ejemplo. Esta trampa tiene su encanto, pero la traición propiamente dicha es más placentera.

10:33 A.M.
Ha sido Pessoa un furibundo anticomunista:

El comunismo no es un sistema: es un dogmatismo sin sistema —el dogmatismo informe de la brutalidad y la disolución. Si lo que hay de basura moral y mental en todos los cerebros pudiera ser barrido y reunido, y con ella se formase una figura gigantesca, tal sería la figura del comunismo, enemigo supremo de la libertad y de la humanidad (AP 1706).

Si se refiere al comunismo político, podría estar en cierto sentido de acuerdo. Si se refiere al comunismo apostólico (“ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”; Hechos 4:32), discrepo completamente.

 

11:01 A.M.
En 1917 se producen en Europa dos acontecimientos históricamente importantes y aparentemente inconexos: la revolución rusa y la aparición de la Virgen de Fátima. Pessoa reúne estos dos acontecimientos a través de esta reflexión:

El odio a la ciencia, a las leyes naturales, es lo que caracteriza la mentalidad popular. El milagro es lo que el pueblo quiere, es lo que el pueblo comprende. Que lo haga Nuestra Señora de Lourdes o de Fátima, o que lo haga Lenin, solo en eso está la diferencia (AP 874). 

Los milagros de Lenin, ya se ha visto, quedaron en el olvido. Los de la Virgen de Fátima no sé, pero han sido tan impotentes como los de Lenin para mejorar la calidad de vida del pueblo. Si me dan a elegir yo prefiero, lo mismo que Pessoa, los milagros de la ciencia.

10:28 P.M.
No era Pessoa un buen gurmet. Comía de todo, no le hacía asco a nada, pero nunca se jactó de ser un dandi de la comida. La consigna de Álvaro de Campos era la siguiente: “Comamos, vivamos y amemos sin quedar prendidos sentimentalmente a la comida, a la bebida o al amor, pues eso traería después incomodidades” (AP 888). Pessoa se atuvo fielmente a este precepto en lo que hace a la comida y amor; por la bebida —en especial por el aguardiente— creo que sintió algún cariño.

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