La esencia del genio es la desadaptación al
medio; es por esa razón que el genio [...] es generalmente incomprendido en su
medio.
Fernando Pessoa, Eróstrato
y la búsqueda de la inmortalidad, § 19
En
una jornada lluviosa, el semiheterónimo de Pessoa se desahoga:
Pienso a veces, con un deleite triste,
que si un día, en un futuro al que ya no pertenezca yo, estas frases que
escribo durasen con loor, tendré por fin gente que me «comprenda», los míos, la
familia verdadera para en ella nacer y ser amado. Pero, lejos de ir a nacer en
ella, habré muerto hace ya mucho. Seré comprendido sólo en efigie, cuando el
afecto ya no compense a quien murió del desafecto que sólo tuvo cuando estaba
vivo.
Un día tal
vez comprendan que cumplí, como ningún otro, mi deber nato de intérprete de una
parte de nuestro siglo; y cuando lo comprendan han de escribir que en mi época
fui incomprendido, que desgraciadamente viví entre desafecciones y frialdades,
y que es una pena que así me sucediese. Y el que escriba esto será, en la época
en que lo escriba, incomprendedor, como los que me rodean, de mi análogo de
este tiempo futuro. Porque los hombres solo aprenden de sus bisabuelos, que ya
han muerto. Solo a los muertos sabemos enseñar las verdaderas reglas de vida
(Bernardo Soares, LDD, § 181).
Fernando y Bernardo tienen
la misma cantidad de letras, Pessoa y Soares también. Así de parecidos eran[1].
Pecaría de
hipócrita si no dijese que me siento identificado con estas palabras. Sin
embargo, yo no me siento incomprendido. ¿Cómo podrían comprenderme si no me
leen? Escritor incomprendido es aquel al que la gente lee y no entiende o
entiende mal, yo soy simplemente un escritor desconocido. Pero es una verdad
soberana aquella de que la fama póstuma es la verdadera fama, que la fama en
vida suele ser de dudosa ralea. El escritor desconocido en su época vive entre
desafecciones y frialdades, pero yo no creo que esto sea una pena. Los afectos
y las calideces que no obtiene de su público tendrá que buscarlos en otra
parte, en los amigos, en la familia, en la pareja. El hecho de ser desconocido
masivamente no es una excusa para la depresión y la tristeza. Además, como
decía Einstein (un famoso en vida que habría dado todo por pasar desapercibido
entre sus congéneres), el tiempo es una ilusión, y yo puedo sentir el afecto y
la calidez futura de quienes, cuando ya esté yo bien muerto y sepultado, se
deleiten tristemente leyendo este diario.
[1] En carta dirigida a Casais Monteiro en 1935,
Pessoa explica su relación de semiidentidad con Bernardo Soares: “Es un semiheterónimo
porque, no siendo su personalidad la mía, no es diferente de la mía, sino una
simple mutilación de ella. Soy yo menos el raciocinio y la afectividad” (AP 3007). Antes, en 1932, desde una
carta a João Gaspar Simões aclaraba
Pessoa que Bernardo Soares “no es un heterónimo, sino una personalidad
literaria” (AP 1087).
No hay comentarios:
Publicar un comentario