“El hombre de genio —dice Pessoa— es un simple depositario de su
genio. Todo su esfuerzo debe dirigirse a utilizarlo, a prepararse para
utilizarlo. Si no lo hace, cuentas graves rendirá, si no a Dios, seguramente a
sí mismo en el futuro” (EGL, p. 369).
Es un crimen de lesa cultura tener pasta de genio y desperdiciarla confeccionando
lonas durante nueve horas al día.
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