La gente parece ocuparse mucho de mí estos últimos tiempos y eso me hace mucho daño. Busco mi nombre en los periódicos. Esto eclipsa mucho, oscurece mucho la vida. Debo luchar.
León Tolstoi, Diario íntimo, 20/7/1907
No hay que confundir --aclara Tolstoi-- la vanidad
con el amor por la gloria:
La primera es el deseo de distinguirse de los otros por medio de acciones insignificantes, a veces, incluso malas; el segundo es el deseo de ser elogiado por acciones útiles y buenas [...]. La primera es una cosa mala; el segundo es mejor (ibíd., 15/5/1895).
Ciertamente que, si vamos a desear que nos elogien, es preferible
desear que nos elogien por lo bueno que hacemos que no por lo malo o
insignificante; pero hay que dejar en claro que en cualesquiera de los casos la
actitud es reprobable. La vanidad es un disvalor ético[1], y el deseo de gloria está
incluido dentro de lo que yo entiendo por vanidad, es un caso particular de
esta[2]. El único deseo de gloria
que mi ética permite y da por meritorio es el deseo de gloria posmorten. Y el
propio Tolstoi, luego de meditarlo durante largos años, termina coincidiendo
conmigo:
He estado pensando en la gloria humana. Hay, en la necesidad de que
los otros tengan una buena opinión de uno, de que lo quieran, algo irresistible
y legítimo. Y ahora se me acaba de ocurrir que así como el deseo de ser alabado
y querido por los hombres mientras uno está vivo es algo falso y criminal, es
bueno, legítimo y positivo el deseo de prolongar la propia vida en el alma de otros
hombres después de la muerte. En este deseo no hay nada que complazca a la
personalidad, nada exclusivo; simplemente hay el deseo de participar en una
vida común, universal, espiritual, de participar en la obra de Dios,
desinteresada, impersonal. Creo que es correcto (ibíd., 16/8/1909).
Que se enteren de nuestra grandeza, pero que se enteren después,
cuando nuestros oídos ya no estén en este mundo y así no tengan que soportar
las vacuas adulaciones.
[1] Ver anotaciones del
16/9/8.
[2] Según
la Real Academia Española, la vanidad implica presunción y arrogancia por cosas
insignificantes, de modo que el deseo de gloria no estaría emparentado con
ella. Yo discrepo con esa definición: para mí la vanidad implica desear que nos
estimen sin importar el motivo por el
cual nos estimen. Quien desea ser estimado por su aspecto físico, es
vanidoso; quien desea ser estimado por ser un gran asesino, es vanidoso; quien
desea ser estimado por ayudar a los enfermos y menesterosos, es vanidoso.
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