"Pensé en lo dañino que es escribir artículos, estructurar los artículos en
vez de exponer las ideas y los sentimientos tal como van llegando", dice
Tolstoi desde sus anotaciones del día 7/6/1907. De ahí que algunos prefiramos,
para desarrollar nuestros pensamientos, la escritura en forma de diario, sin
elección de temas preconcebida, tomando las ideas de volea, como pelotas de
fútbol que quedan picando frente a nosotros y nos tientan el zapatazo. Después
se comprobará si el derechazo o el zurdazo se clavó en un ángulo, fue atajado
por el guardameta o salió desviado; pero el espíritu del juego es ese: disparar
desde cualquier distancia con la intención de marcar un gol. Los pensadores
filosóficos de hoy, por evitar el silbido si es que pifian y el balón termina
en la tribuna, se abstienen prolijamente de patear al arco incluso cuando la
pelota queda boyando a pocos metros del área y no hay rivales que obstaculicen
la trayectoria. En vez de eso, en vez de rematar la jugada, se distraen con
gambetas y pasecitos y el peligro de gol se diluye --es decir, escriben
artículos formales y emocionalmente asépticos para alguna revista de filosofía.
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