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sábado, 26 de abril de 2014

Algún cuestionamiento sobre el amor a Dios

"Amarás a Dios por sobre todas las cosas", se nos prescribe como el deber primero e insoslayable del buen cristiano. Pero ¿qué es amar a Dios, qué significa? Tolstoi tiene dudas:

En las palabras de Cristo: amar a Dios y al prójimo, el amor a Dios me parece superfluo, incompatible con el amor al prójimo; incompatible porque el amor al prójimo es muy claro, más claro que cualquier cosa, mientras que el amor a Dios, por el contrario, es muy poco claro. Reconocer que Dios existe, Dios en sí mismo, sí, pero... ¿amarlo? (ibíd., 23/11/1909).

Para los que creemos que Dios es el amor, el amor a Dios sale sobrando. Es como decir "yo amo el amor", no tiene mucho sentido. Se aman cosas concretas, palpables, vivas, personalizables, y Dios no es, en principio, nada de eso. Podemos representarnos a Dios como un ser personal y entonces amarlo o intentar hacerlo; pero suele suceder, desgraciadamente, que quienes ponen todo su amor en este Ser personal tienden a odiar, o por lo menos a no amar con la suficiente fuerza, a su prójimo y a su no tan prójimo, y entonces ese amor a Dios queda como encapsulado y sin distribuirse. Habrá, lógicamente, personas excepcionales que puedan amar por igual a Dios y a sus criaturas; pero nosotros, que sabemos que no hemos de llegar jamás a esas alturas, conformémonos con amar al prójimo --cosa bastante difícil de lograr en estos turbulentos tiempos--, que ya con eso disfrutaremos de la presencia de Dios en nuestro espíritu.

¿Existe Dios en Sí mismo? Debo responder y responderé: sí, probablemente, pero de Él, de ese Dios en Sí mismo, no entiendo nada. Sin embargo, no me sucede lo mismo con el Dios-Amor. A Él lo conozco con certeza. Él lo es todo para mí, la explicación y el objeto de mi vida.


Solo estamos lo suficientemente seguros de que Dios existe cuando el que existe, dentro de nosotros, es el amor.

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