"Una de las transiciones más difíciles
--escribía Tolstoi el 6 de abril de 1895-- es la transición de una vida agradable
a una vida buena". Esa sería la transición, diría Hildebrand, desde la
esfera de lo subjetivamente satisfactorio hacia la esfera de los valores. El
mundo de hoy día, como nunca en toda la historia de la humanidad, se debate por
superar el escollo de lo subjetivamente satisfactorio para trascender hacia la
espiritualidad, sin poder lograrlo en la gran mayoría de los casos. ¿A quién
culpar por este despropósito? Me viene alguien a la mente: Joan Manuel Serrat.
Desde una de sus canciones más conocidas,
nos regala estas "iluminadas" estrofas:
Saca de paseo a tus instintos
y ventílalos al sol,
y no dosifiques los placeres;
si puedes, derróchalos.
Que todo cuanto te rodea
lo han puesto para ti.
No lo mires desde la ventana
y siéntate al festín.
Esta es la filosofía del 99% de los
comunicadores sociales de la actualidad: la vida es para gozarla, y nada más. Livin' la vida loca, confirmará Ricky
Martin. Y así estamos: por abrazar desesperadamente al goce, por habernos
convencido de que todo lo han puesto para nosotros, que tenemos derecho a
consumirlo todo, y por pretender escapar desesperadamente de los sufrimientos,
inevitablemente terminamos sufriendo más de lo que gozamos. ¿Hoy puede ser un
gran día? Difícilmente lo sea si es que lo dedicaremos a sacar de paseo a
nuestros instintos en lugar de sacar a pasear a nuestros valores.
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