El hecho de haber sido misógino no le impedía a
Pessoa imaginarse mujer. Escribe Bernardo Soares: “Toda inapetencia hacia la
acción inevitablemente feminiza. Fallamos en nuestra verdadera profesión de
amas de casa y guardesas” (LDD, § 33). Detestaba a los hombres de acción porque él era lo
opuesto; pero lo opuesto a un hombre de acción ¿no es una mujer sumisa? Una
mujer que lave y planche, que realice los quehaceres domésticos, y también, por
qué no, escriba. El coqueteo con la homosexualidad es incontestable.
Yo, al igual que Soares, tengo un cierto rechazo
hacia la vida activa, me enderezo más al retraimiento, al hogar; me contraigo
más de lo que me expando. Ya lo decía mi madre: “Cornelio es caserito, es el
más caserito de mis hijos”. Y pronto, muy pronto, podré llevar a la práctica
ese anhelo de ama de casa cuidadora de mis bienamados hijos.
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