No es verdad que los animales abandonen a su
suerte a sus pares caídos en desgracia; al menos no es verdad en el caso de los
primates:
Azalea es una mona rheus
trisómica: tenía tres copias de un cromosoma, como ocurre en el síndrome de
Down humano. [...] Azalea tenía un importante retraso en el desarrollo motor y
la aptitud social. Cometía errores garrafales de lo más incomprensibles, como
amenazar a un macho alfa. Los macacos rheus no se lo piensan a la hora de
castigar a cualquiera que rompa las reglas, pero a Azalea se le permitía casi
todo, como si los otros monos supieran que ningún escarmiento iba a cambiar su
ineptitud (Frans de Waal, El bonobo y los
diez mandamientos, p. 102).
Menciona también De Waal, en esa misma página, el caso de una hembra de
macaco japonés que había nacido sin manos ni pies y que, sin embargo, vivió
largos años y sin asistencia humana, con lo cual deduce que su manada se
encargó de procurarle cuidados y sustento. Y tenemos ejemplos de
comportamientos parecidos en otras especies más disímiles a la nuestra. Se
puede ver en YouTube la “Batalla en Kruger”, en donde una manada de búfalos
rescata a un becerro de las garras de los leones, o el “Perro héroe” de Chile,
que desafía el tráfico de una autopista para rescatar a otro perro atropellado,
o el perro que se niega a abandonar a su compañero herido en medio de los
destrozos del tsunami japonés del 2011, o el bebé elefante africano atrapado en
un pozo de lodo y rescatado por su manada, o las dos ballenas belugas que
ayudaron a una buceadora acalambrada a salir a la superficie en un zoológico de
China. Todo esto viene a sugerir que la emoción de la compasión no es
exclusivamente humana, que ya venía preformada en nuestros antepasados y que se
deja ver en nuestros parientes cercanos. ¿Le quita esta circunstancia, a la que
yo considero la emoción ética por excelencia, su carácter sagrado y divino? De
ningún modo. Dios no puso la compasión en el hombre como un añadido de último
momento, como una capa de barniz, y se la negó al resto de las criaturas. Todo
ser que experimente algún tipo de emoción experimentará también la compasión,
solo que de manera rudimentaria si el espíritu de dicho ser no ha evolucionado lo
suficiente. La compasión está en potencia, en germen, en todo lo que vive, pero
florece y fructifica en muy pocos individuos. Muchos son los llamados, pocos
los elegidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario