La planta del pie alemán no tiene curva ninguna.
¡Admirables bases de sustentación! ¡Instrumentos excelentes para pisotear al
extranjero! Detrás de un batallón alemán que marca el paso en una carretera, la
carretera va quedando perfectamente apisonada. ¡Y qué bien están los alemanes
sobre sus pies! Esta gente, lenta y reposada, que no quiere dar brincos, que no
quiere hacer cabriolas, que quiere pisar siempre sobre seguro y fijar en la
tierra un pie que va a levantar en seguida con tanta solidez como si lo fijase
para la eternidad; esta gente, ¡cómo se complementa con estos pies anchos,
enormes, planos, definitivos!… (“El pie alemán se transforma”, artículo
incluido en el compendio Alemania).
Pero este pie,
tecnología mediante, ya no pisotea con tanta prolijidad como en las épocas
bárbaras. Ahora se pisotea de otra manera, como bien lo aprendieron los
japoneses en Hiroshima. Pie y cabeza mancomunados, solo así se ganan las
guerras modernas. Los alemanes, desterrando a Einstein y a tantos otros
científicos judíos mucho más inteligentes que todos los alemanes no judíos
juntos, demostraron tener muy buen pie y muy poca cabeza.
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