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viernes, 18 de diciembre de 2015

Las musas y la naturaleza

Dispongo ahora (durante los fines de semana) de una hermosa casa emplazada en un barrio cerrado, en donde las aves, las luciérnagas, la vegetación y el aire puro me invitan a vivir de un modo inédito respecto de mi anterior domicilio, situado a metros de una ruidosa autopista. Este contacto con lo natural, ¿facilitará, cuando me dedique a escribir allí, mi labor, o será un factor neutro, que ni atraerá a las musas ni las expulsará de mi presencia? Preguntémosle a Camba si ha podido inspirarse con mayor esmero cuando se encontró rodeado de naturaleza no artificiosa:

Si yo tuviera una casita a orillas del mar, o bien en la falda de una montaña, ante un paisaje de esta y esta manera, ¡qué bien trabajaría allí! Esto nos decimos todos, y, sin embargo, yo, por mi parte, nunca he trabajado más a gusto que en plena redacción, ante un compañero que hace chistes y pide pitillos, o que en un antrillo sórdido, debajo de una teja, en el quinto piso de una calle de mucho tráfico, llena de bocinazos, de pregones y de toda clase de ruidos. En plena Naturaleza soy hombre muerto. […] ¡Dios bendiga a esos hombres que ante el espectáculo de la Naturaleza sienten el deseo irresistible de escribir […] y que, para confeccionar un artículo de tres cuartos de columna, creen necesaria la colaboración del mar, del cielo, de los árboles y de los pájaros! A mí la Naturaleza me produce una sola inspiración: la de dormir, la de no escribir artículo ninguno. […] Yo no comprendo que la Naturaleza inspire a los escritores y que no inspire, por ejemplo, a los cerrajeros. Es decir: eso de que frente a la Naturaleza un escritor sienta el deseo irresistible de hacer un artículo, me parece igual que si un cerrajero sintiera en el mismo caso el deseo irresistible de hacer una cerradura. Porque los artículos y los dramas, los versos y las novelas tienen generalmente con la Naturaleza una relación semejante a la que pueda tener la cerrajería. No nos hagamos ilusiones. La literatura no es, como creen muchos literatos, una cosa tan grande y tan bella como el mar o como el cielo; a lo menos, la literatura que hace todo el mundo. (“Un sitio para escribir artículos”, incluido en el compendio Maneras de ser periodista).


Demoledor. No esperemos, pues, que las entradas de este diario mejoren en cantidad y calidad a medida que comiencen a redactarse desde San Matías.

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