Parece que tenemos un “segundo cerebro” en el intestino. Me acabo de desayunar con la noticia de que en el intestino existen más neuronas (cerca de 500 millones) que en la espina dorsal y que es una "sucursal" del sistema nervioso autónomo, encargada de controlar directamente el aparato digestivo. El “sistema entérico” —así se lo llama— se extiende por el tejido que reviste el estómago y el sistema digestivo, y tiene sus propios circuitos neuronales. Y además es autónomo: aunque se comunica con el cerebro a través de los sistemas simpático y parasimpático, funciona independientemente y es capaz de “rebelarse” y tomar sus propias decisiones. Algunos investigadores evolucionistas afirman que este segundo cerebro es en realidad el primero: cuando no éramos más que pequeñas lombrices, nuestro intestino era nuestro yo, no había mucho más en nuestra anatomía además de la boca, el ano y el tubo que los conecta, y el aparato digestivo era el que gobernaba las acciones. Mucho más tarde aparecieron las células gliales y el cerebro.
Los japoneses ya lo entreveían: hara significa vientre, pero también mente, intención y valor.
Yo no sabía nada de esto de manera consciente, pero mi inconsciente lo sospechaba: no por nada egresé de la Universidad de Asuntos Internos con el título de licenciado en ciencias escatológicas.
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