Pessoa, nos comenta una especialista en la
obra del portugués,
concibe la labor de corrección y
reescritura como un padecimiento, y así lo expresa reiteradamente: “vou fazendo
e refazendo. A tortura disto, misturada com a de estar doente e outros
ingredientes de mal-estar psíquico forma um composto espiritual muito pouco
favorecedor e apressador de trabalho” (Liliana Swiderski, “La creación del
lector en Fernando Pessoa”, artículo disponible en internet).
A
mí, por el contrario, las correcciones y reescrituras me divierten y me
apasionan. Soy como un repostero que, una vez hecha la torta, se toma su tiempo
—tal vez un tiempo mayor que el que le demandó hacerla— para decorarla y
colorearla, y la decora y colorea con alegría.
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