Que «Ser y tiempo» sea --o no sea--
soporte conceptual del discurso nacional-socialista, es algo de muy distinta
dimensión al trivial dato de afiliación personal de Martin Heidegger.
Gabriel Albiac, “«Heidegger y los judíos», un nazismo
metafísico”
Karl Löwith,
uno de los discípulos favoritos de Heidegger, con el que además trabó una
sincera amistad, tuvo que emigrar de Alemania en 1936 debido a su condición de
judío. Estuvo unos meses en Roma, en donde tuvo la oportunidad de rencontrarse
con su exmaestro y preguntarle acerca de su compromiso con el nazismo. El más
notable biógrafo de Heidegger relata cómo fue aquella reunión entre estos dos
camaradas, uno judío y el otro nazi:
Heidegger y él eran buenos conocidos, habían sido
amigos durante mucho tiempo, desde 1919, antes de que tuvieran ocasión de
tratarse como alumno y profesor. Tenían muchos puntos de contacto: las
vacaciones conjuntas en la casa de Szilasi junto al lago de Starnberg, por
ejemplo. Además, Löwith había quedado muchas veces al cuidado de los hijos
pequeños de Heidegger. Pero ahora, sus diferencias políticas salían a la luz en
toda su intensidad: la señora Heidegger saludó al judío Löwith «con una reserva
tan cortés como fría». Y lo más llamativo es que Heidegger no se quitó ni un
segundo la cruz gamada: «por lo que se ve, no se le vino a las mientes que la
cruz gamada no venía a cuento cuando se trataba de pasar el día domingo».
Durante la conversación, Löwith dejó bien claro la posición de cada cual: para
él, la toma de partido de Heidegger en favor del nacionalsocialismo ya subyacía
en la esencia de su filosofía. [...] Karl Löwith
escribió estas frases en 1940, cuando el recuerdo aún estaba fresco y se había
agudizado a través de experiencias
dolorosas y su corazón estaba embargado de dolor por el fatal compromiso
contraído por su profesor. Su preciso diagnóstico era pues que la filosofía de
Heidegger guardaba una estrecha vinculación con el nacionalsocialismo (Hugo
Ott, Martin Heidegger: en camino hacia su
biografía, pp. 146-7).
Agrega Löwith un detalle no menor: “Heidegger me
dio la razón y me indicó que su
concepto de la «historicidad» era la base de su «compromiso» político”[1]. Si le creemos a
Löwith (por mi parte, no tengo por qué dudar de su palabra), ya tenemos una
pista acerca de la filosofía intrínseca que discurre, soterrada, por debajo de
la prosa indescifrable de Ser y tiempo[2].
[1] Dicho concepto aparece desarrollado entre el § 74 y el § 76 de Ser y tiempo.
[2] George Steiner parece apoyar a Löwith: "La evidencia es, creo,
incontrovertible: había una relación real entre el lenguaje y la visión de Sein und Zeit, en particular de sus
últimas secciones, y los del nazismo. Quienes nieguen esto o son ciegos o son
embusteros" (Heidegger, p. 89).
Sin embargo, afirma Steiner (p. 86) que a pesar de la voluminosa biografía
sobre la injerencia de Heidegger en el nazismo, aún hay que probar “qué
relación existe, si existe alguna, entre la ontología esencial de Sein und Zeit y esta injerencia”.
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