Solo cuando la subjetividad incondicionada de la voluntad de poder
se ha convertido en la verdad del ente en su totalidad, es posible, es decir,
metafísicamente necesaria, la institución de un adiestramiento racial, es
decir, no la mera formación de razas que crecen por sí mismas sino la noción de
raza que se sabe como tal.
Martin Heidegger, Nietzsche
Ser y tiempo —dice Heidegger, según Löwith— es la
doctrina metafísica del nacionalsocialismo, de un nacionalsocialismo puro,
aborrecedor de la técnica, del que quería Heidegger ser la cabeza teórica y se
lo impidieron. Otros “filósofos” aparecerán como los escogidos por Hitler[1], pero el que estaba en el
secreto de lo que significaba verdaderamente el nazismo era él y solo él, por
más que el otro grupo, más astuto y confabulador, le ganara la pulseada[2].
Heidegger
había reconocido su fracaso en lo tocante a la política; le había hablado del
“fracaso del rectorado” a Jaspers: él tenía que entenderlo, él sabía con qué
finalidad había bajado a la arena política en 1933. Pero su número no había sido
premiado en la rifa, el espectáculo se había terminado y el público había
guardado sus aplausos para otro. Y sin embargo —a Heidegger no le cabía ninguna
duda de esto—, solo a él le había sido otorgada la visión casi mística de la
esencia del nacionalsocialismo, de “la interna verdad y grandeza” del
movimiento, y nunca pudo deshacerse de esta iluminación, nunca jamás en toda su
vida (Hugo Ott, Martin Heidegger: en
camino hacia su biografía, p. 148).
El gran
ideólogo del nazismo era Heidegger. Ni siquiera Hitler entendía mejor que él
por qué la historia la escribirían, de ahí en adelante, los alemanes. Y cuando
el nazismo cayó, nada se modificó en su cabeza: siguió considerando a los
alemanes en general como la vanguardia de Occidente y a los nazis en particular
como los redentores del espíritu y del pensamiento amenazados, ya
definitivamente, por la tecnificación sin vida del comunismo y del capitalismo.
No fue, para el Heidegger de posguerra, un error el haber sido nazi,
sencillamente porque el Heidegger de posguerra seguía siendo nazi, por más que
la cruz gamada ya no luciera en su solapa.
9:00 p.m.
Otro autor que
sostiene que la filosofía que Heidegger quiso imponer en la Alemania nazi
incluía elementos racistas y biologicistas —si bien no tan explícitos como los
elementos biologicistas de Krieck—, es Julio Quesada. Véase por ejemplo “La
tarea de una destrucción de la historia de la ontología y la biopolítica nazi”,
ensayo incluido en Heidegger: La voz del nazismo y
el final de la filosofía.
[1] “En esos años [1933-1924] en que la línea política
general del nazismo era motivo de violentas luchas entre distintas fracciones,
Martin Heidegger optó por la línea representada por Ernst Röhm y sus SA, y buscó
fundar esta variante del nacionalsocialismo sobre su propia filosofía,
oponiéndose abiertamente a la corriente biologizante y racista de Alfred
Rosenberg y Ernst Krieck. En el plano personal, esta oposición se traducía en
una áspera lucha por la dirección ideológica del movimiento nazi” (Víctor
Farías, Heidegger y el nazismo,
introducción).
[2] Se dice que una de las diferencias entre la
filosofía nazi de Heidegger y la de Rosenberg y Krieck era el tema de la
tecnificación biológica, la cría y selección de razas y todo eso, a la que
Heidegger supuestamente se oponía. Una cita extraída
de sus Cuadernos negros (1939-1941), reflexión XIV, apunta para
ese lado: “La pregunta por el papel del
judaísmo no es racista, sino una pregunta metafísica acerca del tipo de la
humanidad”. Emmanuel Faye intenta demostrarnos que esto no era así: “Como rector, participó
activamente en la instauración en la Universidad de Friburgo de una
enseñanza oficial y permanente de la doctrina racial (Rassenkunde) a través de la creación de la cátedra correspondiente de professor ordinarius. El 13 de abril de 1934, pocos días antes de que su dimisión del rectorado
se hiciese efectiva, y por tanto en un momento en el que no estaba
obligado a ningún activismo, Heidegger escribe al Ministerio de Karlsruhe […] para exigir la creación de
una «cátedra de profesor ordinario de doctrina racial y de biología
hereditaria» [...]. Dado que el profesor anteriormente encargado
del curso de «higiene racial», Alfred Nissle, había sido apartado en 1933,
Heidegger había pedido personalmente un sustituto y había encontrado a
Pakheiser, consejero en medicina de Karlsruhe y jefe de distrito de la
asociación de los médicos nacionalsocialistas, quien [...] había aceptado venir a la
Universidad de Friburgo a enseñar «la visión nacional-socialista del mundo y el pensamiento sobre la raza». Tras la carta de Heidegger, Heinz
Riedel, miembro de la NSDAP, antiguo director de la Oficina de la Raza de
las SS de Friburgo, fue nombrado profesor ordinario. Por
lo tanto, vemos cómo Heidegger contribuyó de manera muy concreta a la
introducción de la enseñanza de la doctrina racial del nazismo en la
Universidad de Friburgo" (Heidegger.
La introducción del nazismo en la filosofía, pp. 192-3). Conviene señalar
también su amistad con Eugen Fischer, el primer y principal teórico del
eugenismo, de la higiene racial y del genocidio de los pueblos considerados
"inferiores", y todo ello bastante antes de que los nazis
tomaran el poder. Esta amistad perduró incluso hasta después de finalizada la guerra.
Heidegger siempre
enfatizó que desconocía por completo lo que estaba sucediendo en los campos de
concentración, pero yo me pregunto: ¿no es razonable pensar que habiendo
"disfrutado" de estas amistades, tenía
que saber lo que sucedía en Auschwitz?
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