Tenía Wittgenstein dos facetas religiosas: la
que esbozaba en sus escritos dados a publicidad y la que se puede entrever en
sus anotaciones más personales:
En sus textos públicos [...] su
lenguaje para referirse a cuestiones ético-religiosas es impersonal, usa “lo
místico” o Dios como equivalente al sentido del mundo o al destino, mientras
que en sus diarios personales su lenguaje religioso es más personal y similar
al del creyente que reza, y muchas veces no habla de Dios sino con Dios:
constante y explícitamente lo invoca para pedir fuerza frente al miedo a la
muerte en su etapa de soldado y, décadas más tarde, lo interpela más escasa y
tímidamente, pidiendo fuerza para vencer su vanidad, sus resistencias a la
entrega. Además, en sus textos públicos parece aludir a una religiosidad laica,
por así decirlo, una religiosidad que no está comprometida con ninguna religión
en particular, ni engarzada con símbolos religiosos tradicionales, mientras que
sus textos personales muestran una constante referencia al cristianismo y a
algunos de sus símbolos. No cabe duda, pues, de que Wittgenstein reflexiona
sobre la religión desde el cristianismo (Isabel Cabrera, “La
religiosidad de Wittgenstein” artículo disponible en internet).
Esta
“doble moral” religiosa raya la hipocresía, aunque no me atrevo a decir que la
incluye. Y el hecho de no interesarse por otras religiones más allá de la
cristiana y la judía no creo que sea un buen síntoma. La religión cristiana,
contrapesada por las religiones orientales, se torna mucho más compasiva y por
ende auténtica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario