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domingo, 20 de octubre de 2019

El sida y los suicidas


Hay mucha gente que muere por causa del sida, pero la mayoría no muere por la enfermedad misma sino por la idea que se hicieron de ella: “Los suicidios del sida sobrepasan a las muertes en más de 100.000, según datos del CDC (Centro de Control y Prevención de Enfermedades) en EE.UU de 1981 a 1998. Algo insólito en la historia de las enfermedades humanas” (Luis Campos, La macroestafa del sida, p. 24). Y entre estos suicidas, gran cantidad no son enfermos de sida, sino simples portadores de HIV, por lo que resulta improbable que pudiesen desarrollar en el futuro la enfermedad. De estos crímenes tendrá que dar cuenta alguna vez el aparato científico, que magnificó una patología rara de tal manera que creó una vorágine de desesperación en los seropositivos, desesperación injustificada la mayoría de las veces[1].


[1] A la lista de los que mueren por causa del (miedo al) sida, hay que agregar a los medicados. Según afirma una especialista en modelos matemáticos de infección por HIV, “la causa principal de muerte de los VIH-positivos durante los últimos años ha sido el fallo hepático, que de ninguna manera es una enfermedad incluida en la definición de SIDA sino un conocido efecto colateral de los inhibidores de la proteasa, que personas asintomáticas toman en dosis masivas diarias durante años” (Rebecca Culshaw, “¿Por qué abandoné la teoría del VIH como causa del SIDA?”, Artículo disponible en internet). De ser correcto este dato, se puede afirmar con bastante certeza que los antirretrovirales constituyen una mayor amenaza que la enfermedad misma.


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