La idea de Dios, dijo, era ante todo
para él la del juez temible.
Georg Henrik von Wright , “Esquema biográfico”
Sus conversaciones con
Drury en 1949, durante una estancia en Dublín, “se centraban cada vez más en temas
religiosos. Contrastaba las ideas religiosas «griegas» de Drury con sus propios
pensamientos, que eran, dijo, «ciento por ciento hebraicos»” (RM, p.
488). De ahí que le otorgara tanta importancia a la idea del infierno y al
justo castigo por los pecados cometidos en esta vida.
La concepción «hebraica» de la religión
que tenía Wittgenstein se basaba, sugirió Drury, en el temor reverencial que se
experimenta al leer la Biblia. Para ilustrarlo citaba a Malaquías: «¿Quién
podrá soportar el Día de su venida?» (Malaquías 3:2). Esto hizo que
Wittgenstein se detuviera: «Creo que lo que acabas de decir es algo muy
importante. Mucho más importante de lo que crees.» (ibíd., p. 488).
Este
terror al pecado, o mejor dicho a las consecuencias del pecado (“muchos son los
llamados, pero pocos los elegidos”), marcó a fondo su existencia y la tiñó de
gris. “He tenido una vida maravillosa” dijo al morir, pero pocos le creen. Para
la mayoría, la vida de Wittgenstein ha tenido muchos más tormentos que
maravillas, y esto se debió en gran parte a la concepción hebraica de su ética.
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