Hay que respetar en lo que vale ese
ámbito que Wittgenstein llama místico. El signo tácito de ese respeto es el
silencio. No se llega a lo más alto por garabatos lógicos o argucias
racionales. En ese ámbito del valor no es posible el pensar lógico ni el
lenguaje argumental: no es posible, simplemente, pensar, razonar o hablar.
Isidoro Reguera, Ludwig
Wittgenstein
La proposición 5.61 del Tractatus contiene dos oraciones. La
primera es una tautología: “Lo que no podemos pensar no podemos pensarlo”. La
segunda, se supone que deriva de la tautología anterior: “Tampoco, pues,
podemos decir lo que no podemos
pensar”. Aquí la tautología se rompe y comienza el error. ¿Qué queremos decir
cuando decimos “decir”? La primera acepción del diccionario de la Academia para
esta palabra es “manifestar con palabras el pensamiento”. Si tomamos esta
acepción como la única verdadera volvemos a la tautología: solo se pueden decir
pensamientos, decir cosas que no son pensadas es un contrasentido. Pero la
Academia nos ofrece una segunda acepción: “asegurar, sostener, opinar”. Aquí ya
no se habla de pensamiento, sino simplemente de opinión. Esto significa que
para la Academia, decir algo, opinar algo, sin que ese algo haya sido pensado y
razonado, no es cosa incoherente: opino algo, digo lo que opino, y el
pensamiento descansa. No está, pues, subordinada el habla o la escritura al
pensamiento necesariamente. Es claro que uno, para pensar, necesita hablar,
hablar interiormente, pero esta verdad no se verifica a la inversa: si bien no
puedo pensar sin hablar, puedo perfectamente hablar sin pensar. Me parece una
perogrullada tener que aclarar este punto, sobre todo a personas acostumbradas
a los debates televisivos, pero Wittgenstein opinaba lo contrario y necesito
refutarlo. Yo no puedo pensar si Dios existe o no, porque esa proposición está
más allá del pensamiento, pero esto no es obstáculo para que yo pueda decir y
afirmar que Dios existe o que no existe y que mi afirmación o negación tienen
sentido. Si digo “pienso que Dios existe”, estoy en un error, pero si digo
“opino que Dios existe”, la afirmación, más allá de si es verdadera o falsa,
tiene sentido, porque mi opinión no está necesariamente apoyada por el
pensamiento sino por otras vías que corren por detrás del pensar y que afloran
en nuestra conciencia vía lenguaje. Los animales no utilizan su lenguaje para
expresar sus pensamientos y no por ello vamos a negar que se comunican entre
sí. Nosotros lo utilizamos para pensar, pero las otras utilidades que el
lenguaje tiene no han quedado subordinadas a esta. Cuando gritamos de dolor, no
estamos pensando; cuando decimos “te odio”, tampoco. Y cuando afirmamos que
Dios existe, menos que menos. No estamos pensando, pero de todos modos lo
decimos, con pleno derecho y sentido.
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