La pregunta acerca de cuáles son las diferencias entre juicios "de
hecho" y juicios "de valor" ya no es una pregunta tabú. Pueden
muy bien estar en juego cuestiones de --literalmente-- vida o muerte.
Hilary
Putnam, El desplome de la dicotomía
hecho-valor y otros ensayos
Wittgenstein redactó en 1930, como prólogo de uno de
sus libros, una especie de declaración de principios relacionada con el avance
del progreso tecnológico y también con el avance de los gobiernos
dictatoriales:
Este libro ha sido
escrito para quienes se acercan amistosamente al espíritu con el que fue
escrito. Creo que este espíritu es distinto del de la gran corriente de la
civilización europea y americana. El espíritu de esta civilización, cuya
expresión es la industria, la arquitectura, la música, el fascismo y el
socialismo de nuestra época, es ajeno y antipático al autor
(Observaciones, pp. 21-2).
Esta
declaración, más allá de lo curioso que resulta que haya dicho que el socialismo le
cae antipático y que cinco años después moviera un sinfín de contactos con el
objetivo de radicarse en la Unión Soviética, poco
me interesa. Me interesa lo que escribe a continuación, punto y seguido: “No es
este un juicio de valor”. ¿Ah no? ¿Y qué es entonces, una observación sociológica?
Decir que el espíritu de esta civilización, etc. etc., me es antipático, es
como decir que me es antipático mi cuñado: imposible que no sea un juicio de
valor. El hecho de que Wittgenstein diga que no es un juicio de valor no
invalida el hecho de que en realidad lo es. No es un juicio de valor universal
desde luego, es un juicio enteramente personal, pero no deja de ser un juicio
de valor hecho y derecho.
Decía Wittgenstein que los juicios de valor y los
juicios de carácter empírico constituyen enunciados de rangos completamente
diferentes. Suponiendo que esto sea así, ¿sabía Wittgenstein distinguir los
unos de los otros?
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