Las
clases que daba Wittgenstein en Cambridge eran de lo más pintorescas:
Tenían lugar en sus escasamente
amuebladas habitaciones, donde durante un tiempo el elemento más destacado de
la decoración fue un ventilador instalado con el fin de ahogar el sonido
producido por el piano de un estudiante que vivía debajo. Wittgenstein se
sentaba en su silla de lona, como las de las cubiertas de los barcos, vestido
con pantalones de franela, una chaqueta de cuero y una camisa con el cuello
abierto. No usaba texto ni notas, sino que luchaba en alta voz con los
problemas filosóficos, interrumpiendo su exposición con largos silencios o
preguntas vehementes a su auditorio.
Estas
clases lo dejaban exhausto, y al terminar le gustaba descansar yendo al cine,
donde se sentaba en la primera fila de butacas, masticando una empanada de
carne de cerdo, completamente absorto (Anthony Kenny, Wittgenstein, p. 23).
Se
nota que no era judío practicante, porque el Antiguo Testamento prohíbe comer
chancho. Y se nota también que no era cristiano practicante, porque el
verdadero cristianismo, el cristianismo primitivo (el de los esenios por
ejemplo), también prohíbe comer chancho, lo mismo que prohíbe comer vacas,
pollos, corderos o cualquier otro animal que sufra cuando lo asesinan.
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