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viernes, 13 de septiembre de 2019

Wittgenstein y las empanadas de cerdo


Las clases que daba Wittgenstein en Cambridge eran de lo más pintorescas:

Tenían lugar en sus escasamente amuebladas habitaciones, donde durante un tiempo el elemento más destacado de la decoración fue un ventilador instalado con el fin de ahogar el sonido producido por el piano de un estudiante que vivía debajo. Wittgenstein se sentaba en su silla de lona, como las de las cubiertas de los barcos, vestido con pantalones de franela, una chaqueta de cuero y una camisa con el cuello abierto. No usaba texto ni notas, sino que luchaba en alta voz con los problemas filosóficos, interrumpiendo su exposición con largos silencios o preguntas vehementes a su auditorio.
Estas clases lo dejaban exhausto, y al terminar le gustaba descansar yendo al cine, donde se sentaba en la primera fila de butacas, masticando una empanada de carne de cerdo, completamente absorto (Anthony Kenny, Wittgenstein, p. 23).

Se nota que no era judío practicante, porque el Antiguo Testamento prohíbe comer chancho. Y se nota también que no era cristiano practicante, porque el verdadero cristianismo, el cristianismo primitivo (el de los esenios por ejemplo), también prohíbe comer chancho, lo mismo que prohíbe comer vacas, pollos, corderos o cualquier otro animal que sufra cuando lo asesinan.

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