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martes, 17 de septiembre de 2019

Wittgenstein y los enigmas


En uno de los parágrafos del Tractatus, el 6.5, se lee lo siguiente: “Para una respuesta que no se puede expresar, la pregunta tampoco puede expresarse. No hay enigma[1]. Si se puede plantear una cuestión, también se puede responder”. Una década después de que se publicaran estas palabras aparece Kurt Gödel y sus teoremas de incompletitud, y el edificio de Wittgenstein trepida:

Los resultados de Gödel, publicados en 1931, muestran que cualquier sistema aritmético que contenga la adición, la multiplicación y números primos, contiene enunciados o ecuaciones indecidibles. Por ejemplo, dado un procedimiento de prueba cualquiera para la teoría elemental de los números, demuestra Gödel que se puede construir un enunciado de la teoría elemental de los números, el cual será verdadero si y solo si no se puede probar por medio del procedimiento de prueba dado. Así, o se puede probar el enunciado, en cuyo caso es falso y se desacredita el procedimiento de prueba utilizado, o el enunciado es verdadero pero no se puede probar. Ahora bien, en este caso el procedimiento probatorio es incompleto. La obra de Gödel [...] ha producido el resultado adicional de que cualquier contraprueba técnica, por muy intrincada que pueda ser, deja, en principio, sin descubrir la no validez de algunos teoremas no válidos. El enigma existe (Brian McGuinness, Wittgenstein. El joven Ludwig (1889-1921), pp. 82-3).

Esto aplicado en el terreno de las matemáticas, pero Wittgenstein quería dar a entender que no existen los enigmas en ningún terreno, y mucho menos en terreno metafísico. La metafísica no tiene enigmas, suponía, y los que aparecen como tales no son más que cuestiones carentes de sentido, verbosidades cuyas deficiencias gramaticales nos impiden juzgarlas como verdaderas o como falsas. ¿Llegará algún día el Kurt Gödel de la metafísica, el que demostrará que los enigmas existenciales, valga la redundancia, existen? No, no llegará nunca, pero eso no me impide conjeturar que el parágrafo 6.5 del Tractatus es falso, no solo en lógica matemática sino en cualquier ámbito del conocimiento.


[1]Das Rätsel gibt es nicht”, escribe Wittgenstein. Esto puede ser también traducido como “El acertijo no existe”.

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