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martes, 9 de julio de 2019

La filosofía como ortografía del pensamiento


Nada es más común a los filósofos que usurpar los dominios de los gramáticos y meterse en disputas de palabras, mientras imaginan que están tratando cuestiones de más profundo interés e importancia.
 David Hume, Investigaciones sobre los principios de la moral, cuarto apéndice.

Escribe Wittgenstein alrededor de 1945:

Pudiera pensarse: si la filosofía habla del uso de la palabra «filosofía», entonces tiene que haber una filosofía de segundo orden. Pero no es así; sino que el caso se corresponde con el de la ortografía, que también tiene que ver con la palabra «ortografía» sin ser entonces de segundo orden (Investigaciones filosóficas, § 121).

Para Enrique Calderón, estas palabras constituyen algo así como una revelación religiosa:

Me parece que este fragmento contiene una observación genial [...] porque me sugiere la idea de que la filosofía sea la ortografía del pensamiento pues corrige los malos usos del lenguaje, es decir, el mal juego de los modos de expresión del mismo (La filosofía como terapia en Ludwig Wittgenstein, p. 156).

La filosofía, dice Calderón, solo puede utilizarse para corregir los malos modos de expresión del lenguaje. Ya estoy llegando al final de su ensayo, y he padecido grandemente su sintaxis, y entonces me pregunto: ¿por qué no utilizó Calderón la filosofía para mejorarla?
Por lo demás, esta manera de ver la filosofía hizo estragos, y los continúa, en el ambiente académico de habla inglesa, y el hecho de que los profesores de filosofía hayan publicitado esta postura frente a sus alumnos constituye una de las causas principales de la actual esterilidad filosófica de aquellas tierras. Como dijo la norteamericana (por elección) Ayn rand: "La mayor parte de los departamentos de filosofía actuales están dominados por el análisis lingüístico (el producto frustrado de una cruza entre la filosofía y la gramática, cuya descendencia es menos viable que la de una mula)" (Filosofía: ¿quién la necesita?, p. 348).

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