Existía en 1912 en Cambridge una especie de cofradía
llamada “La sociedad de los apóstoles”. Se trataba de una
arrogante y
elitista sociedad de debates (de la que el propio Russell era miembro), y que
en esa época estaba dominada por John Maynard Keynes y Lytton Strachey.
Wittgenstein se convirtió en lo que en el argot de los apóstoles se conocía
como un «embrión»: una persona a la que se tiene en cuenta como futuro miembro
(RM, p. 60).
Wittgenstein fue
aceptado como miembro, pero su estadía dentro de la sociedad fue breve, pues “declinó
el honor de ser miembro suyo [...] al poco tiempo de habérsele sido concedido.
No le gustaba el ambiente refinado, pero un tanto artificioso,
intelectualmente, ni la promiscuidad sexual de que hacía gala” (Isidoro
Reguera, Ludwig Wittgenstein, p. 33).
Muchos de los miembros de la sociedad eran homosexuales (Russell era una
excepción), y es probable que Wittgenstein se tornara homosexual, o descubriera
su homosexualidad, en su paso por aquel grupo. Tal vez haya descubierto junto a
ellos que ser homosexual no es algo tan anormal como algunos lo pintan. Y en
relación a la promiscuidad, no era que Wittgenstein la rechazara, sino que se
inclinaba hacia otro target. El
erotismo, muchas veces, se emparenta con la rudeza, y en aquel grupo esotérico
había muchachos de variados temperamentos pero ninguno lo suficientemente rudo
como para satisfacer a Wittgenstein y a sus no tan extraños apetitos.
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