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miércoles, 31 de julio de 2019

Wittgenstein y el arte después del arte


“En arte —afirmaba Wittgenstein— es difícil decir algo que sea tan bueno como no decir nada”, (Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa, p. 10). Esta afirmación tiende a ser verdadera en el momento de la contemplación artística, mas pierde toda certidumbre a medida que se habla del arte sin estar percibiéndolo. No hay nada que me repugne más que una persona que habla, o que se ríe, en el momento supremo del éxtasis amoroso; no hay bochorno mayor que interrumpir esos instantes con alguna frase o alguna carcajada; y asimismo, si estoy extasiado escuchando una melodía o presenciando una película de notable contenido artístico, poco me voy a interesar en los comentarios que alguien me suministre relacionados con tales obras, los encontraré sosos e inoportunos. Esto cuando la belleza se muestra; pero después, cuando ya no contemplo la obra de arte, las apostillas sobre la misma serán bienvenidas, lo mismo que las apostillas relacionadas con el sexo una vez que el sexo finaliza. Si la vida de Wittgenstein consistía en una perpetua contemplación artística, puedo dar por válida su frase; de otro modo es falsa.

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