Para Wittgenstein,
comenta Enrique Calderón,
un
acto heroico no debe ser la copia de un
estado mental ejemplar que tenía en mente un héroe o una heroína antes de
llevar a cabo su acción: pudo muy bien ser espontánea, sin calcular las
consecuencias, sin buscar el reconocimiento o la fama etc. Es decir, no se
necesitan mapas
o guías mentales para
dirigir toda la praxis, parecería afirmar Wittgenstein (La filosofía como terapia
en Ludwig Wittgenstein, p. 88).
Aquí estoy de acuerdo con
Wittgenstein, porque habla de la praxis
ética, no de la teoría. El accionar ético más elevado no sabe de razones, no
necesita mapas o guías. Sí los necesita, y en buena cantidad, el teórico de la
ética, el que tiene la misión de explicar por qué aquel accionar ejecutado
espontáneamente puede considerarse bueno.
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