“Como el tímido jugador que era,
Pessoa hizo una sola apuesta, poniendo todo en un baúl (también de apariencia
humilde, sin adornos, discreto) que lanzó a la suerte postrera” (Richard
Zenith, prefacio a EBI). Yo también guardaba mis cuadernos de
anotaciones en un baúl discreto y sin adornos. Ahora, digitalizados, todo lo
que antes cabía en mi baúl quedó reducido al tamaño de un pendrái. Son los
milagros de la tecnología[1].
[1] Carlos Taibo nos
acerca más precisiones acerca del famoso baúl: “En realidad no solo estaba el
arca. Había también una pequeña maleta con 25 paquetes, así como otros tantos
sobres numerados que reposaban en un armario. En total se trataba de más de
27000 documentos; de ellos 18816 eran autógrafos de Pessoa, 3948 textos
escritos a máquina, 2662 una combinación de las dos categorías anteriores, 29
cuadernos y 893 copias originales del poeta. Había que sumar a todo lo anterior
materiales correspondientes a terceras personas: 267 textos autógrafos ajenos,
291 copias hechas por Pessoa, 893 fragmentos impresos, 24 folletos y similares,
y 289 recortes de periódicos” (Como si no
pisase el suelo, p. 205).
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