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lunes, 16 de julio de 2018

Pessoa y su antipatía por la figura de Jesús


Evidentemente no sentía Pessoa simpatía por la figura de Jesús. Lo consideraba “un degenerado [...] asexual” que “era incapaz de una reflexión sana” (Escritos sobre genio y locura[1], p. 15). Pero ¿a qué se referirá Pessoa cuando habla de una reflexión sana? ¿Son documentos suficientes los Evangelios como para descubrir a través de ellos la capacidad reflexiva de Jesús? A la primera pregunta respondo que no sé; a la segunda, respondo que probablemente sí. Yo creo que los Evangelios, y muy en especial el sermón de la montaña, son suficientes para entrever la capacidad reflexiva de Jesús, la cual me parece —y es un término que juzgo particularmente preciso para caracterizar esa capacidad y esa filosofía— de una sanidad palmaria.
Se pregunta también Pessoa si Jesús fue dios u hombre, y se responde lo segundo. “Si fue un hombre —continúa—, fue un hombre anormal”. Los hombres anormales pueden ser de tres clases: genios, locos o criminales. “No fue un genio ni un criminal”, ergo, Jesús fue un loco. “¡Hombres de Occidente, por veinte siglos habéis adorado a un loco!” (ibíd., pp. 201 a 203). Yo coincido con Pessoa en que Jesús fue un hombre y solo un hombre, y también coincido en que fue un hombre anormal, pero no fue un loco sino un genio. Y lo que Pessoa considera la patentización cabal y certera de su desvarío, su ética (“su sistema de valores es igualmente anormal, muy anormal”, p. 205), es la patentización de su genialidad. La ética de Jesús es anormal, ciertamente, pero anormal por genial, no por insensata.


[1] De aquí en adelante, este libro será citado como EGL.

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